Un niño de 8 años hackea varias páginas de compras y en una de ellas logra pedir un arma de fuego sin pagar nada; sus padres se enteran solo al recibir la encomienda. Otro de 14 años es detenido en su hogar por la policía luego de haber vulnerado los sistemas de seguridad de un banco. ¿Cómo llegan los menores de edad a convertirse en cibrecriminales?
Los riesgos del ciber-universo
Según los informes del FBI Internet Crime Center (revelados por Surfshark) los casos de niños víctimas de delitos cibernéticos crecieron en un 20% en 2022. En esta década más de 8.000 niños han sido víctimas de delitos cibernéticos.
En general, entre 2015 y 2022, el FBI registró 14.500 niños víctimas de delitos cibernéticos, con un registro de más de 2,9 millones de dólares en pérdidas económicas derivadas de estos delitos.
Muchos de los niños son abusados o explotados en las plataformas digitales. Otros sufren de cyberbulling o acoso online, y una gran mayoría resulta participando de actividades criminales sin saberlo, o siendo reclutados y usados para la comisión de diversos delitos.
¿Cómo sucede esto?
El inocente mundo de los videojuegos
Millones de niños y niñas alrededor del mundo pasan horas conectados a populares plataformas de videojuegos como Roblox y Fornite. Para comprar cosas en esos videojuegos (nuevas skins, nuevas funciones para sus personajes o activos digitales), los menores de edad necesitan dinero virtual (coins, estrellas o puntos; cualquiera que sea la ‘moneda’ de recompensas que ofrece el videojuego).
Cuando un usuario de estos videojuegos resulta con los personajes más avanzados o las skins más populares, es un indicio para los cibercriminales: o tiene mucho dinero, o ha aprendido a hackear el juego.
Muchos niños aprenden a ‘engañar’ el sistema y terminan acumulando más puntos de los que lograrían jugando de manera normal. Los cibercriminales los identifican en esas plataformas y desde allí empiezan a reclutarlos.
Grooming: un primer paso
Los cibercriminales se acercan a los niños haciéndose pasar por otros menores (a esta práctica se le conoce como ‘grooming‘) y luego de iniciar contacto por medio de las plataformas de videojuegos, les van planteando diversos retos.
La mayoría de esos desafíos no son claramente ilegales, incluso pueden parecer muy inocentes. Muchos niños resultan siendo participes de complejos movimientos de lavado de dinero sin saberlo.
Por ejemplo, pueden recibir coins de alguno de sus ‘amigos’ en la plataforma con la indicación de comprar cierto activo digital (un personaje nuevo, un set de ropa para su personaje, etc.) y a cambio de ello, obtener alguna otra recompensa.
Los ‘amigos’ (cibrecriminales) le envían el dinero al niño y le piden que haga esa compra en una tienda que les pertenece a ellos, de manera que reciben el dinero en sus cuentas como resultado de una transacción de venta ‘genuina’.
¿Por qué invertir tiempo y dinero en reclutar niños para actividades ilegales?
Los cibercriminales no tiene escrúpulos. En el caso del lavado de dinero, por ejemplo, logran que un niño cometa el delito mientras ellos se mantienen al margen. Ninguno de los delincuentes participa de los movimientos de lavado de activos: el último movimiento del dinero se genera en un computador familiar que es utilizado por uno de los niños de la familia mientras sus padres trabajan.
Una miniserie web coproducida entre Euronews y Kaspersky presenta casos reales de niños que han sido reclutados por organizaciones internacionales dedicadas al crimen cibernético.
¿Cómo proceder con los niños en casa?
Bárbara Gemen comenta su experiencia en esta miniserie. Cuenta como su hijo de 8 años logró pedir un arma de fuego a su casa sin pagar, y luego resultaba conectado a su computadora a altas horas de la noche. Pero no se conectaba a jugar.
Allí se encendieron las alarmas y Bárbara decidió formarse en ciberseguridad para brindar algunos consejos a los padres que están pasando por situaciones similares.
Aquí entregamos algunas recomendaciones:
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Establece un límite de uso: Los niños y niñas no deberían tener acceso 24/7 a un equipo conectado a internet. Cómo sucede con las consolas de videojuegos o el celular, está bien establecer límites: una cierta cantidad de horas al día, y solo en un rango horario (ojalá mientras haya adultos en casa).
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Filtros parentales: no son infalibles, pero seguramente pueden ayudar. No solo evitan que el menor ingrese a páginas web para adultos, también pueden ser útiles para que no acceda a la dark web. No todo allí es ilegal, y no todo es perturbador: pero entre más lejos se mantenga de ese espacio, mejor (muchas transacciones ilegales se realizan en la dark web, allí es más difícil rastrear todo).
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Enséñale sobre privacidad: está bien conversar online con amigos, pero solo con quienes conoces personalmente. E incluso al hablar con ellos, hay cosas que no deben saber. No suena bien, pero hay que enseñarles a desconfiar de los ‘amigos’ online. Así como no te vas con un extraño que te encuentras en la calle, no le sigues el juego a un desconocido en la red.
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Pasa tiempo con él/ella online: ¿sabes cuáles son los videojuegos favoritos de tus hijos? ¿qué páginas web frecuenta? ¿cuántos amigos tiene? ¿cuántos seguidores tiene? Eso te ayudará a entender cómo funcionan las plataformas y a establecer confianza con ellos. Ah, y además podrás ver cuántos de esos ‘amigos’ y ‘seguidores’ son genuinos.
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Conversa: si empiezas a detectar comportamientos anómalos o sospechosos, dialoga. Será más fácil si has aplicado alguno de los otros puntos con anterioridad: en todo caso una conversación seria podría evitar problemas más grandes a futuro.