Desde el boom de la inteligencia artificial (IA), ha habido un miedo prevalente de que esta tecnología perjudicará a ciertos sectores laborales sustituyendo a los trabajadores humanos. Irónicamente, el entrenamiento de la IA aún depende de humanos capaces y —más importante— dispuestos a analizar y clasificar decenas de miles de datos.
Dada su naturaleza repetitiva y monótona, esta tarea suele ser relegada a mano de obra barata. Sin embargo, hay instancias en las que este no es el único factor a tener en cuenta. Esto ha llevado a que algunas compañías busquen soluciones “creativas”.
Una crónica publicada por Wired ilustra cómo una compañía en Finlandia ha sacado provecho de prisioneros para educar a su modelo de lenguaje extenso (LLM). ¿Pero es esta iniciativa es tan buena como parece? ¿O tiene un lado oscuro?
Por qué Metroc está empleando los prisioneros en Finlandia para educar a su IA
La crónica describe la rutina de “Marmalade”, una prisionera en Hämeenlinna: un centro penitenciario exclusivo para mujeres convictas en Finlandia. A lo largo de turnos diarios de 3 horas, debe analizar textos de finca raíz y responder preguntas sobre lo que acabó de leer. Por estas jornadas, recibe €4.62 euros o el equivalente a $5 dólares.
Este proyecto es una colaboración entre la Agencia de Sanciones Criminales de Finlandia y la startup finlandesa Metroc. Esta compañía ha creado un motor de búsqueda para ayudar a constructoras a encontrar proyectos aprobados.
Con este fin, Metroc necesita seres humanos que clasifiquen contenidos y que sean capaces de entender el contexto detrás de artículos y documentos sobre futuros proyectos de construcción. A través de los datos recopilados, se espera que el LLM de Metroc sea capaz de diferenciar entre un proyecto del sector salud que ya tiene un arquitecto o un instalador de ventanas y aquellos que todavía requieran personal.
Metroc no es la primera entidad que hace esto
Para bien o mal, Metroc no es la primera compañía que emplea “clickworkers” —término que se refiere a aquellos empleados que realizan tareas digitales simples, pero a menudo desagradecidas y repetitivas— para entrenar modelos de inteligencia artificial. Gigantes como OpenAI y Meta usan empresas de terceros que contratan mano de obra barata en países tercermundistas. Entre estos se encuentran Kenia, Uganda e India.
Sin embargo, cabe aclarar que Metroc no empleó prisioneras exclusivamente porque son mano de obra barata. A diferencia de las compañías estadounidenses o que operan exclusivamente en inglés, el idioma más hablado en el mundo, Metroc busca educar a su inteligencia artificial en un idioma no tan utilizado globalmente: el finlandés.
Esto va de la mano con los beneficios que el sistema de salud de Finlandia concede a los desempleados. Esto no incentiva a los finlandeses a hacer esta clase de labores.
Una forma de trabajo comunitario menos exigente
Si bien esta labor recuerda a la explotación laboral de los moderadores de contenido en compañías como Meta, este proyecto ha recibido bastante apoyo dentro de Finlandia.
Como explica Tuukka Lehtiniemi, investigador en la Universidad de Helsinki, la moderación de contenido como trabajo es muy diferente que en Estados Unidos o los países tercermundistas mencionados. Esto viene de la mano con la filosofía con la que operan las cárceles y el sistema penitenciario de Finlandia en su totalidad.
Hämeenlinna es una de las tres prisiones en Finlandia que ofrece a los reclusos la posibilidad de analizar y clasificar datos como una forma de trabajo comunitario. Sin embargo, esta no es la única labor remunerada que los encarcelados pueden escoger. También se pueden ofrecer a hacer limpieza, jardinería o señales de tránsito.
Pia Puolakka, líder del proyecto Smart Prison, señala que el objetivo es ofrecer a los prisioneros una variedad de trabajos comunitarios para escoger. No menos importante, esta clase de labores se asocia con lo que podrían hacer una vez salgan de prisión. Aun así, Puolakka reconoce que esta clase de trabajo no corresponde a jornadas largas.
El lado oscuro de la “carrera armamentística” para desarrollar IA
A pesar de los beneficios de este enfoque, Amos Toh —investigador senior especializado en IA en Human Rights Watch— considera que forma parte de un problemático frenesí para conseguir mano de obra barata que potencie la llamada “Revolución IA”. Como señala Toh, esta clase de trabajo suele ser asignado a grupos de personas sin alternativas: refugiados y poblaciones afectadas por crisis económicas.
Toh también se muestra escéptico ante el argumento de que estas labores sirvan para adquirir habilidades digitales útiles. En cambio, sugiere que estas instituciones deberían ofrecer educación avanzada o la posibilidad de conseguir certificados para el sector TI.
Independientemente de las intenciones de Metroc, hay una preocupación de que esta iniciativa establezca un precedente con implicaciones problemáticas. Como menciona Toh, ¿qué detiene a las compañías de delegar la clasificación de contenido gráfico a prisioneros? Al fin y al cabo, las condiciones de trabajo en las prisiones de Finlandia —famosas por su enfoque en la rehabilitación— no podrían replicarse en otros países.
El sentimiento positivo en Finlandia ante el proyecto de Metroc viene parcialmente del hecho de que el trabajo realizado es 100% voluntario. ¿Podría replicarse en Estados Unidos o Latinoamérica, regiones en las que el trabajo comunitario es obligatorio? No menos importante, ¿podría garantizarse la dignidad de los convictos mientras lo hacen?