Desde su invención, internet nos ha permitido navegar en un espacio global e interconectado donde las barreras geográficas y culturales se desvanecen. Ha sido un entorno en el que hemos podido compartir y recibir información, ideas y recursos con total libertad y sin mayores restricciones. Sin embargo, en los últimos años, ha surgido un fenómeno que amenaza con alterar a esta unidad digital: el “Splinternet“.
Este concepto se compone de la fusión de “internet” y “split” (dividir en inglés), y hace referencia a la creciente fragmentación de la red global en múltiples segmentos o áreas, cada uno con sus propias regulaciones, normas y restricciones.
Consiste, principalmente, en que las autoridades restringen el acceso a ciertas páginas web, plataformas o servicios, y suprimen la libre circulación de información.
¿Por qué surge?
Una de las principales causas de la fragmentación de Internet es la creciente preocupación de los gobiernos sobre la soberanía digital y la seguridad cibernética.
En un mundo donde la información es poder, los estados buscan controlar el flujo de datos dentro de sus fronteras para prevenir amenazas externas y mantener la estabilidad política. Esto ha llevado a la adopción de medidas como la censura de contenido en línea, la supervisión de actividades en Internet y la creación de firewalls nacionales.
Además, las diferencias culturales y lingüísticas también contribuyen al Splinternet. Lo que es aceptable en un país puede considerarse inaceptable o ilegal en otro. Esto ha llevado a plataformas en línea a adaptar su contenido para cumplir con las regulaciones locales, lo que resulta en diferentes versiones de un mismo sitio web en distintas regiones.
¿Cuáles son las consecuencias?
El Splinternet plantea una serie de consecuencias tanto para la sociedad como para la economía global.
En términos de sociedad, esta fragmentación puede llevar a una reducción en la diversidad de opiniones y una limitación en la exposición a diferentes perspectivas. Los usuarios pueden encontrarse atrapados en “burbujas de filtro“, donde solo se les presenta contenido que se alinea con sus creencias existentes, lo que perjudica el diálogo y la comprensión intercultural.
Desde una perspectiva económica, el Splinternet puede obstaculizar el comercio internacional y la innovación. Las empresas que operan online se enfrentan a desafíos al tratar de cumplir con regulaciones divergentes en diferentes regiones. Esto puede aumentar los costos y limitar la expansión global.
Según la compañía DE-CIX, actualmente, se estima que existen alrededor de 65.000 redes interconectadas en todo el mundo. Estas, al igual que los dispositivos, poseen identificadores únicos que les permiten ubicarse y comunicarse entre sí mediante protocolos específicos.
Si un país decide que no va a permitir más conexiones con el mundo exterior, las consecuencias serán graves para la latencia del internet, no solo para ese país sino para los demás territorios.
Será imposible acceder al contenido que se aloja en esta región desde el exterior, además, el resto del tráfico se verá perjudicado porque debe desviarse para llegar a su destino, lo que se traduce en un deterioro de la calidad de la conexión, tiempos de respuesta más largos y menor ancho de banda disponible.
Un fenómeno muy controversial
El Splinternet ha generado un acalorado debate en la comunidad global. Por un lado, algunos argumentan que la fragmentación es necesaria para salvaguardar los valores y la seguridad de cada nación, enfatizando que las regulaciones son esenciales para prevenir la difusión de contenido perjudicial.
Por otro lado, los defensores de un Internet unificado resaltan la importancia de la libre circulación de información y la colaboración global. Afirman que la fragmentación limita el potencial de Internet como motor de innovación y progreso.
Quienes están en contra del Splinternet, abogan por la adopción de normas y principios internacionales que permitan la cooperación en temas de seguridad cibernética y contenido en línea sin sacrificar la apertura y la accesibilidad.
Algunos ejemplos
Uno de los casos más conocidos de Splinternet es el firewall de China. El gobierno chino ha implementado una serie de restricciones en línea que bloquean el acceso a numerosos sitios web y plataformas extranjeras.
En lugar de utilizar las principales plataformas de redes sociales y servicios de búsqueda globales, los ciudadanos chinos dependen de plataformas nacionales como WeChat y Baidu, que están bajo un control estricto y censura por parte del gobierno.
En Latinoamérica, el gobierno de Venezuela ha implementado medidas para controlar y limitar el acceso a ciertos sitios web y plataformas en línea. Además, se han reportado casos de censura de contenido crítico hacia el gobierno.
Por otro lado, Cuba ha sido conocida por su acceso limitado a la web y la presencia de un firewall que filtra el tráfico de Internet. Si bien ha habido avances en los últimos años para aumentar la conectividad, el acceso sigue siendo controlado por el gobierno. Los ciudadanos cubanos se enfrentan a restricciones en el acceso a información y a plataformas en línea populares.
Argentina, está dando sus primeros pasos hacia el Splinternet, ya que se han discutido proyectos de ley para regular el contenido en línea y las redes sociales, con el objetivo de prevenir la difusión de noticias falsas y el acoso en la web. Sin embargo, estas regulaciones también han generado debates sobre la libertad de expresión y la posibilidad de que se utilicen para censurar opiniones críticas.
El camino a seguir
A medida que el Splinternet sigue siendo un tema de discusión y preocupación, es esencial buscar soluciones que equilibren las necesidades de seguridad y soberanía con la importancia de mantener una red global abierta y colaborativa.
La cooperación internacional, la promoción de estándares compartidos y el fomento del diálogo entre gobiernos, empresas y la sociedad civil pueden ser pasos clave hacia la mitigación de la fragmentación.