En la actualidad se habla de forma recurrente acerca de la optimización de la infraestructura tecnológica. Muchas compañías tienen el desafío de alinear su presupuesto en el consumo de recursos tecnológicos año tras año y en ocasiones se contempla dar fin al ciclo de vida de la infraestructura tradicional en ambientes ‘on- premise’ y progresivamente moverse hacia la nube.
En este contexto el termino ‘contenedor‘ parece ganar más adeptos en el despliegue de servicios. Cabe agregar que años atrás tal vez el concepto de moda era la virtualización ya que permitía a las compañías aprovechar de forma eficiente el cómputo de su organización (procesador, memoria, disco, red) y distribuirlo en lo que se conoce como máquinas virtuales alojadas en un host anfitrión que les asignaba los recursos de computo de acuerdo a las necesidades asociadas a los servicios.
Ahora nace una gran pregunta: ¿será esta tecnología basada en contenedores un nuevo hito en el despliegue de infraestructura? La respuesta es Sí. Ahora analizaremos el porqué de esta afirmación.
Teniendo en cuenta que la optimización es factor clave para tomar una decisión, esta es precisamente la principal cualidad de un contenedor. Ofrece un nivel de abstracción aún mayor en comparación con una máquina virtual y no requiere asignar un sistema operativo con todo lo que ello implica a cada uno de los servicios.
Así se puede realizar despliegue de gran cantidad de contenedores utilizando un único sistema operativo sin que esto implique afectación en cuanto al uso de los recursos, ya que cada contenedor en caso de presentar un fallo no afectaría a los demás.
Esto representa un valor agregado adicional en comparación con un esquema de virtualización en el cual un consumo excesivo de recursos llevaría a la interrupción de toda la máquina y los demás servicios desplegados sobre ella.
¿Cómo es posible realizar esto? El concepto de contenedorización se empezó a desarrollar a mediados del año 2000 y su principal desafío era precisamente encontrar una alternativa que permitiera reducir el desperdicio de computo que reflejaban las máquinas virtuales, que fuera seguro y escalable en el tiempo.
Su nombre nació como una analogía en referencia a la forma en que los barcos de carga distribuyen los contenedores para el transporte de mercancías y los separan dependiendo de sus características, de tal manera que los productos con contenidos ácidos o productos inflamables no afecten a otros elementos aislados en otros contenedores.
Pasaron más de 10 años para que un concepto que cumpliera estas características pudiera ser tenido en cuenta como algo viable y practico. A principios del 2012 el proyecto Docker vio la luz y un año más tarde el proyecto Kubernetes trasladó a la realidad el desafío que esto representaba.
¿Qué tan fácil es la curva de aprendizaje e implementación de este tipo de tecnología? La verdad este es uno de los puntos que ha llevado a que administradores tradicionales tengan que reinventarse, ya que la curva de aprendizaje lleva a desarrollar habilidades en la escritura de scripts (la forma en la que se asignan los recursos de computo a los contenedores y le asignan los parámetros de tiempo de ejecución).
Teniendo en cuenta su nivel de complejidad ¿podría decirse que los contenedores son una moda que no llegará a consolidarse? No. En paralelo a esta tecnología nace un nuevo modelo de microservicios cuyo desacoplamiento y escalabilidad encaja a la medida a lo que ofrecen los contenedores.
Empresas como Netflix, Facebook y muchas entidades bancarias por citar algunos ejemplos, han comprobado en sus ambientes la eficiencia del uso de contenedores lo que confirma su marcada tendencia al crecimiento y madurez.
Los servicios basados en contenedores muestran una demanda creciente no solo en la entrega de servicios sino en el proceso de gestión y monitoreo de los mismos.
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