La economía y los negocios dependen estrechamente de que las infraestructuras de red funcionen con eficacia. Los pequeños cuellos de botella y fallos en la red pueden costar a las compañías una buena suma de dinero y afectar negativamente a su reputación. Cuando hay tanto que perder, la reacción natural de las organizaciones es invertir dinero para resolver el problema.
En poco tiempo, las empresas pueden incurrir en elevados costos de mantenimiento de la infraestructura. Esto reduce la rentabilidad. La eficiencia en el uso del tiempo también acaba en cifras negativas. Sí, se puede entrenar a cualquier persona para que se vuelva experta. No obstante, en una era plagada de cambios dinámicos que suceden a la velocidad de la luz y que trascienden las aplicaciones, la nube y las cargas de trabajo, ¿los humanos realmente pueden reaccionar con la suficiente rapidez ante incidentes aleatorios de la red en un entorno de alto tráfico? El personal puede tener los conocimientos necesarios para reaccionar y resolver. Sin embargo, acabará viéndose abrumado por la enorme cantidad de problemas abstractos que pueden producirse en una red.
Aquí es donde entra en juego la remediación de bucle cerrado, un concepto concebido en la gestión de TI como una de las muchas respuestas a la creciente complejidad de las redes.
¿Qué es la remediación de bucle cerrado?
La remediación en bucle cerrado es un mecanismo autocorrectivo que se basa en la automatización para monitorear, detectar, corregir y verificar continuamente los problemas de la red. Una red con esta capacidad necesita establecer una intervención humana óptima al tiempo que garantiza que el problema de la red se resuelve realmente.
¿Por qué y cómo es un bucle cerrado?
Los pasos que se dan en la remediación de bucle cerrado son similares a los habituales en la gestión de una red de TI. La diferencia radica en aprovechar la observabilidad para eliminar los puntos ciegos y resolver los problemas de forma independiente. Estos pasos incluyen:
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Monitoreo: supervisión constante de los dispositivos de red, las aplicaciones, el tráfico y otros componentes para recopilar datos telemétricos sobre el rendimiento, los errores y la utilización de los recursos.
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Detección: cuando se superan las anomalías o los umbrales predefinidos, el sistema identifica un problema potencial.
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Análisis: el sistema analiza los datos recopilados para localizar la causa raíz de un problema.
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Resolución: basándose en reglas preconfiguradas, flujos de trabajo o scripts automatizados, el sistema toma medidas correctivas. Esto puede implicar reiniciar un switch, redirigir el tráfico o aplicar cambios de configuración.
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Verificación: el sistema no se limita a asumir que la corrección ha funcionado. Verifica si el rendimiento de la red ha vuelto a la normalidad luego de seguir los pasos de remediación.
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Bucle de retroalimentación: todo el proceso forma un bucle cerrado porque el paso de verificación retroalimenta la información. Si el problema persiste, el sistema podría intentar soluciones alternativas o escalar el problema para que intervenga una persona.
A partir de los pasos anteriores, podemos pensar en la remediación de bucle cerrado como una vía circular. El proceso da vueltas continuamente monitoreando, detectando, corrigiendo y verificando hasta que el problema de la red está resuelto. Esta es la razón por la que se denomina remediación de “bucle cerrado”.
La antítesis de la remediación de bucle cerrado
Sin capacidades de remediación de bucle cerrado, las empresas dependen de la remediación manual. Aquí, la intervención humana desempeña un papel más importante en la detección, el diagnóstico y la solución de los problemas. El personal de TI identifica manualmente los problemas a través de herramientas de monitoreo o informes de usuarios y —a continuación— toma medidas para resolverlos. Incluso si el proceso implica la detección automática de problemas o intentos de corrección, no hay paso de verificación alguno. El proceso no comprueba automáticamente si el intento de corrección ha tenido éxito o no.
Ventajas de la remediación de bucle cerrado
Tiempos de respuesta más rápidos: con un proceso de remediación automatizado, su red puede responder a los problemas de red en tiempo real o casi real. Esta rápida respuesta ayuda a minimizar el tiempo de inactividad y las interrupciones del servicio. Esto conlleva a una mayor fiabilidad y rendimiento de la infraestructura de red.
Mayor eficiencia: la automatización en bucle cerrado agiliza todo el flujo de trabajo de remediación, desde la detección del problema hasta su resolución. Elimina la necesidad de hacer transferencias manuales entre diferentes equipos o herramientas. Lo anterior reduce los retrasos y cuellos de botella en el proceso de remediación. Esta eficiencia garantiza que los problemas de la red se aborden con prontitud y eficacia.
Mejora continua: las métricas de rendimiento y los datos históricos recopilados pueden ayudar a los administradores de TI a identificar patrones y tendencias en los incidentes de red. Con esta información, los equipos de TI pueden identificar y abordar de forma proactiva los problemas subyacentes antes de que se conviertan en problemas mayores. Este enfoque proactivo de la gestión de la red fomenta la mejora continua y ayuda a optimizar el rendimiento de la red a lo largo del tiempo.
Reducción de los errores humanos: la automatización reduce la probabilidad de que se produzcan errores humanos en el proceso de remediación. Al seguir flujos de trabajo y conjuntos de reglas predefinidos, los sistemas de bucle cerrado pueden ejecutar acciones de remediación de forma consistente y precisa. Esto minimiza el riesgo de errores que podrían afectar aún más a la estabilidad de la red.
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Propiedad y creación de tickets: la plataforma asigna la propiedad de los incidentes a los equipos o individuos pertinentes. Esto garantiza una rápida actuación. Gracias a su integración con herramientas ITSM como ServiceDesk Plus y ServiceNow, OpManager Plus genera automáticamente tickets detallados en los que se describen los detalles del problema y su impacto.
Notificaciones dirigidas: a través de los perfiles de notificación, las partes responsables reciben notificaciones automáticas sobre el incidente para su pronta atención.
Análisis de causa raíz: OpManager Plus localiza la causa raíz de los incidentes. Esto permite aplicar estrategias de resolución eficaces.
Respuesta automática: luego de identificar la causa raíz, OpManager Plus desencadena flujos de trabajo de remediación automatizados o se integra con herramientas como Ansible para aplicar los manuales de ejecución.
Implementación: OpManager Plus orquesta la implementación de soluciones óptimas para mejorar o restaurar la funcionalidad del sistema.
Validación a través de la observabilidad: tras la implementación, OpManager Plus escanea el entorno para evaluar la eficacia de la solución. Si se resuelve por completo, valida la solución y resuelve el ticket.
Cierre del bucle: OpManager Plus informa a los equipos pertinentes que las soluciones han sido un éxito y cierra el bucle. Si no tienen éxito, se produce un nuevo escalamiento hasta lograr una resolución.
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