La IA llegó a tiempo, ya que podría ser la clave detrás de la inclusión y el crecimiento financiero en Latinoamérica para 2024.
Una vez terminó la pandemia, muchas economías pensaron que finalmente podrían retomar el crecimiento financiero previo a 2020. Sin embargo, las cosas nunca son tan sencillas. Múltiples acontecimientos geopolíticos —la invasión rusa a Ucrania y la guerra en Gaza, particularmente— han hecho que la inflación perdure hasta 2024.
Aunque esto afecta a todos los países del mundo, resulta más disruptivo para las economías emergentes y en desarrollo. Latinoamérica y el Caribe se encuentran en este último grupo. Por fortuna, hay medidas que los gobiernos y las organizaciones internacionales pueden tomar para impulsar la inclusión y el crecimiento financiero.
Y puede que el desarrollo transformador de la inteligencia artificial (IA) sea la respuesta para la inclusión y el crecimiento financiero en Latinoamérica para 2024.
¿Cómo fue el crecimiento financiero de Latinoamérica en 2023?
A través de un estudio económico publicado en noviembre de 2023, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señaló que el crecimiento financiero de la región fue bajo y permanecería a la baja el resto del año. Mientras que el promedio de crecimiento de PIB mundial en 2023 fue del 3,0%, una desaceleración con respecto al 3,5% de 2022, el de Latinoamérica y el Caribe fue del 1,7%.
Esta desaceleración de la actividad económica mundial se debió a múltiples factores, los cuales han tenido una fuerte repercusión en la economía regional y global. Aunque la reactivación tras la pandemia tuvo que ver, dichos factores no fueron exclusivamente coyunturales. Hubo factores de largo plazo, como el calentamiento global y la deuda.
Como señala la CEPAL, los problemas de sostenibilidad de la deuda se han agravado. Los crecientes costos de endeudamiento a nivel global y la desaceleración económica han conducido a varias economías en desarrollo a situaciones de estrés financiero.
El estudio de CEPAL destaca los siguientes hallazgos:
-
La política monetaria restrictiva de los principales bancos centrales del mundo ha incrementado la volatilidad en los mercados financieros y el costo del financiamiento.
-
Hubo un menor volumen de comercio y un deterioro de los términos de intercambio promedio. También hubo una desaceleración de los flujos financieros hacia la región.
-
El nivel de la actividad económica se ha estancado en América Latina y el Caribe.
-
Se ralentizó el crecimiento del empleo, se redujeron los salarios, cayó la productividad laboral y persistieron las brechas de género.
-
Se redujo el espacio de la política fiscal. Hubo una caída significativa de la recaudación tributaria.
-
La inflación tendió a la baja. Aun así, se mantuvo por encima de los niveles anteriores a la pandemia y de los objetivos de los bancos centrales.
-
Los bancos centrales continuaron con los esfuerzos por reducir la inflación. Con ese fin, las tasas de interés se mantuvieron altas.
¿Qué expectativas hay para 2024?
Según la CEPAL, para 2024 se proyecta una tasa de crecimiento mundial del 3,0%. Esta llegaría al 4,1% en las economías en desarrollo y al 1,4% en las avanzadas.
En el caso puntual de Latinoamérica y el Caribe, la CEPAL predice que se mantendrá el bajo dinamismo en la región. El contexto internacional continuaría siendo poco favorable. El crecimiento del PIB y el comercio mundiales estaría por debajo de los promedios históricos. Ante estas circunstancias, se proyecta un crecimiento promedio del 1,5% para América Latina y el Caribe en 2024. América del Sur crecería un 1,2%; Centroamérica y México, un 2,1%; y el Caribe (sin incluir Guyana), un 2,8%.
Esto difiere de la predicción del Banco Mundial. Según esta organización, la previsión de crecimiento para 2024 es del 2,3%. Aun así, significaría que la región habría retrocedido a los niveles de crecimiento prepandemia. La región también seguiría sufriendo por la disminución de los precios de los productos básicos, el aumento de las tasas de interés en los países del Grupo de los Siete (G7) y la recuperación inestable de China.
El bajo crecimiento de la actividad económica en Latinoamérica para 2024 conllevaría a la desaceleración del crecimiento del empleo. Preocupa cuál será la calidad del mismo en ese contexto. Es muy probable que los trabajadores se vuelvan más vulnerables y se empleen en sectores menos productivos. Esto resultaría en la disminución del salario promedio, además del aumento del nivel de pobreza y la desigualdad en la región.
¿Qué hacer para enfrentar este reto?
Frente a este escenario de lento crecimiento, la CEPAL ha estado promoviendo una estrategia macroeconómica activa. El objetivo es impulsar un crecimiento “dinámico, sostenido y sostenible”. Esta agenda de políticas abarca medidas nacionales, tanto en el ámbito monetario como fiscal, e incluso acciones a nivel internacional:
-
El uso de instrumentos, tanto convencionales como no convencionales, para mantener el dinamismo en la economía y promover la generación de empleo.
-
Establecer un nuevo pacto fiscal en el que se sienten las bases de un marco de sostenibilidad de finanzas públicas. Se enfocará en el aumento de los ingresos permanentes para atender necesidades de bienestar, inversión y sostenibilidad ambiental. Se logrará a través de un gasto público más eficiente y eficaz.
-
Tomar medidas para abordar el elevado nivel de evasión tributaria.
-
Construir pactos fiscales que fortalezcan el impuesto sobre la renta personal.
-
Desarrollar una perspectiva estratégica de la política de gasto público que reduzca las brechas sociales e impulse el crecimiento de la economía.
-
Potenciar la inversión pública para dinamizar el crecimiento económico, impulsar el desarrollo productivo y crear economías resilientes al cambio climático.
-
Hacer una reforma de la arquitectura financiera internacional que permita mejorar la coherencia del sistema financiero internacional y la rendición de cuentas, además de garantizar una mayor transparencia.
-
Establecer una gobernanza mundial económica basada en la reforma del sistema de cuotas del FMI y los derechos de voto en la asignación de recursos basada en la necesidad y los grados de vulnerabilidad.
Cómo la inteligencia artificial (IA) puede abrir el camino a la inclusión y el crecimiento financiero en Latinoamérica
A través de un blog en World Economic Forum, Luis Silva —fundador y CEO de CloudWalk— sostiene que la Inteligencia Artificial General —AGI, por su sigla en inglés— tiene el potencial de ser un motor clave en la remodelación de los servicios financieros. Esto beneficiaría sobre todo a las poblaciones subbancarizadas y no bancarizadas.
Silva destaca las siguientes aplicaciones de la AGI:
-
Derribar las barreras tradicionales al acceso financiero creando productos y servicios financieros a la medida de los clientes.
-
Ampliar el acceso al crédito identificando y mitigando los riesgos asociados a la concesión de préstamos a personas con un historial crediticio limitado.
-
Proporcionar orientación y asesoramiento personalizados para ayudar a las personas a tomar decisiones financieras informadas.
-
Mejorar el servicio al cliente, además de proveer un entorno financiero más seguro para los usuarios fortaleciendo la supervisión y mitigando amenazas.
-
Liberar a los profesionales financieros de las tareas mundanas, lo que les permitiría centrarse en actividades innovadoras y de alto valor.
-
Automatizar y optimizar el análisis de datos complejos, la evaluación de riesgos e incluso los procesos de toma de decisiones.
Por el momento, estas aplicaciones son tentativas. Al fin y al cabo, la IA generativa sigue en desarrollo y no sabemos con certeza cuándo se romperá el paradigma actual. Sin embargo, lo que permanece es la filosofía detrás de estos usos propuestos de la AGI. Estas tecnologías deben estar orientadas a crear una experiencia agradable y segura. No menos importante, debe haber igualdad de condiciones para todos los usuarios finales. No importa su ubicación ni su posición económica o social.
La transparencia, la eficiencia y la accesibilidad a la tecnología pueden impulsar un mayor dinamismo fiscal, laboral y de consumo. Esto podría contribuir a que la inclusión y el crecimiento financiero en Latinoamérica no se estanquen en 2024.