En un pasado blog explicamos por qué los arboles, suelos y demás sumideros de CO2 están dejando de funcionar. También exploramos cómo esto puede ser un gran obstáculo en las metas de emisiones cero de múltiples países. Compartimos el caso de Finlandia como un relato con una moraleja: no depender exclusivamente de los sumideros de carbono. Los gobiernos también deben tomar cartas en el asunto.
Hablando de países, en esta segunda parte listaremos que se está haciendo a nivel mundial y regional para solucionar esta crisis. Por supuesto, Colombia y Brasil —naciones que comparten la Amazonía— cargan con una gran responsabilidad.
¿Qué se está haciendo para remediar la situación?
Dentro del marco de COP15, el mundo firmó un ambicioso acuerdo. Sus objetivos incluían proteger un 30% de los mares y los suelos, reformar miles de millones de dólares en subsidios dañinos para el medio ambiente y recortar el uso de pesticidas.
Los países se habían comprometido a proponer planes antes de COP16, conferencia que se está celebrando en Colombia. No obstante, solo 25 cumplieron con el plazo.
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¿Por qué es importante? Según Carbon Brief, algunos de los ecosistemas más importantes no están protegidos con planes de acción sobre biodiversidad (NBSAP). Su objetivo es proteger y restaurar los sistemas biológicos, valga la redundancia.
Solo 5 de los 17 países megadiversos, que almacenan cerca del 70% de toda la biodiversidad del mundo, produjeron NBSAP. Estos son Australia, China, Indonesia, Malasia y México. Surinam fue la única nación amazónica que propuso un plan.
Canadá, Italia, Francia y Japón fueron los únicos países del G7 que cumplieron con el plazo. Colombia, a pesar de ser el anfitrión de COP16, no cumplió con el plazo. Sin embargo, anunció que lo presentaría durante el evento. Brasil tampoco cumplió el plazo, pero comentó que estaba diseñando un plan que duraría hasta finales del siglo.
Colombia y Brasil, jugadores clave en LATAM
Como documenta World Resources Institute, Colombia y Brasil han demostrado iniciativa en la reducción de la deforestación. Entre 2022 y 2023, Brasil vio una reducción del 36%. En el mismo plazo, Colombia tuvo una disminución del 49%.
Sin embargo, las administraciones de ambos países difieren en la explotación de petroleo y gas. Por un lado, Colombia lidera el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles en la región. Por otro lado, Brasil ha otorgado a la petrolera Petrobras una licencia para que taladre en la desembocadura del río Amazonas.
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A pesar de los esfuerzos de Colombia y Brasil, los indices de deforestación en la región siguen siendo altos. La pérdida de bosques ha sido encabezada por tres países: Bolivia, Laos y Nicaragua. Si bien los motivos varían, hay uno en común entre las tres naciones: la expansión del sector agropecuario. De hecho, las quemas con fines agrícolas sigue siendo una práctica común en estos países. Sin embargo, tienden a salirse de control.
Por fortuna, no todo son malas noticias. Organizaciones como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) buscan impulsar la incorporación de capital natural y biodiversidad. Esto incluye el liderazgo y financiamiento de diversos proyectos. Estos incluyen Amazonía Siempre y el Plan Nacional de Seguridad del Agua para Chile.
Otros países incluidos en estas iniciativas son Belice, Ecuador, Uruguay, Paraguay, Barbados, Bolivia, República Dominicana, Guatemala, Brasil, México, Costa Rica y Panamá. El BID también ha sido un aliado clave de Colombia en la organización de COP16.
Perder los arboles, suelos y demás sumideros de CO2 no es una opción
Cabe aclarar que el colapso de los bosques, suelos y demás sumideros de CO2 no es global. Países como China y los Estados Unidos aún no lo han experimentado. Una investigación publicada en Nature descubrió que la cantidad de carbono absorbida por los bosques entre 1990 y 2019 fue estable. Aun así, varía dependiendo de la región.
Lo anterior no quiere decir que podemos depender exclusivamente de los bosques, suelos y mares. Como señala Pierre Friedlingstein, profesor en la Universidad de Exeter, es necesario que la humanidad lidie con el problema de raíz reduciendo las emisiones fósiles de todos los sectores. Por supuesto, esto supone regular aún más la IA.
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Declaraciones tan irresponsables como las de Eric Smichmidt —antiguo CEO de Google—, que justifica la proliferación de la IA porque “jamás alcanzaremos nuestras metas climáticas”, deben ser desatendidas y enterradas. Hoy más que nunca, el futuro de la vida en la Tierra está comprometido por la avaricia de un puñado de “pioneros”, “visionarios” e “inversionistas” de la tecnología.
Es momento de entrar en razón y diseñar nuestra tecnología alrededor del medio ambiente, no al revés. Todavía estamos a tiempo de hacer un cambio.